01 agosto 2023
“Qué estaremos pagando para seguir denigrando la función pública y de representación”.
No tiene que pasar desapercibida la elección del nuevo presidente del Congreso, porque no solo es un personaje controversial, sino que está seriamente cuestionado por sus antecedentes y la posibilidad de que solo sería un títere en esta componenda del fujicerronismo, para tomar el control del Parlamento.
En la reciente entrevista que tuvo, deslizó que nunca supo de quiénes eran los congresistas que lo acompañaban a la Mesa Directiva, hasta el día de la inscripción de su lista, con lo que se infiere que es solo un alfil en los juegos de poder del fujicerronismo.
Los dominicales ya empezaron a mostrar la calaña de persona que es, con antecedentes judiciales que lo comprometen con delitos graves y sobre todo de aprovechamiento del cargo, cuando fue regidor del distrito de Santiago y después de la misma Municipalidad Provincial del Cusco.
A un personaje con esas mañas es difícil creerle que se ha enmendado y ahora anda por el camino de la rectitud, al contrario; tiene cuestionamientos en el Cusco, donde es conocido como un locutor controvertido de medios locales que se acomoda bien al vaivén de la política.
Conversando con sus colegas, al referirse a Soto, me recordaron que por su actuar sinuoso, grandilocuente y estrafalario, se parecía al “sinchi”, el locutor de radio icónico de la obra Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosa que, por cierto, en la cinta cinematográfica le dio vida el recordado actor Aristóteles Picho.
Después de su autoentrevista y ahora que ha negado haber contratado a su cuñada en su despacho congresal, aduciendo que es la hermana de su enamorada, con quien tiene un hijo; nos ha dejado perplejos. Al parecer los colegas del Cusco se quedaron cortos en su apreciación, porque los hechos nos muestran la catadura moral de este personaje, que ahora tiene en sus manos las riendas del Parlamento.
A mí me causaron más indignación sus argumentos para evadir la responsabilidad de sancionar a los impresentables del Congreso —’Los Niños’ y los ‘mochasueldos’— arguyendo que él no tiene nada que ver, que ya la Comisión de Ética se ha había pronunciado. Típica fanfarronería de los congresistas para evadir la responsabilidad de blindar con impunidad a sus colegas, que denigran al Congreso.
Qué estaremos pagando para seguir denigrando la función pública y de representación.
Fuente; Perú21.