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Crisis a lampazos

10 agosto 2023

“Un personaje que, por si fuera poco, ha sido también involucrado en la trama de sobornos de la hoy detenida Sada Goray (…)”

El bochornoso espectáculo que entre el lunes y martes dio la bancada de Acción Popular en el Congreso de la República fue una muestra más del deterioro de la clase política peruana y del paupérrimo profesionalismo de los actuales parlamentarios.

La designación de Darwin Espinoza como vocero del conglomerado acciopopulista desató un fuego cruzado en el que no faltaron invectivas, desplantes y sonoras renuncias a la susodicha bancada. Espinoza es, como se sabe, uno de los rostros más emblemáticos de “Los Niños” de AP, y quien durante el gobierno de Pedro Castillo más parecía actuar como el líder de una pandilla que como congresista de oposición.

Un personaje que, por si fuera poco, ha sido también involucrado en la trama de sobornos de la hoy detenida Sada Goray, a quien gestionó una reunión con los directivos de Sedapal cuando era presidente de la Comisión de Vivienda, el año pasado.

Producto de este indecoroso nombramiento fueron cayendo, una a una, hasta ocho renuncias – entre ellas incluso las de algunos “Niños”– a una bancada ya bastante disminuida y que ahora ha quedado reducida a su mínima expresión. Algo que ciertamente se veía venir.

Más bien sorprende que parlamentarias como Maricamen Alva y Karol Paredes –que no se mancharon con los negociados del resto de sus compañeros, cobrando, según la Fiscalía, a doble cachete, al ofrecer votos a cambios de obras y contratos­– no hayan renunciado antes de que los escándalos y tracamandangas se acumularan al punto en que han llegado en las últimas semanas.

Lo peor es que el Congreso vuelve a dar pésimas señales a la ciudadanía y a los inversionistas, esta vez con el ocaso de un partido histórico, cuyo fundador, Fernando Belaúnde Terry, fue dos veces presidente del Perú, un partido que vive desde hace años un proceso de descomposición que parece no tener fin. Candidatos prontuariados, oscuros operadores políticos, parlamentarios sin bandera, figuretis achicharronados, militantes de la hora nona, candidatos populistas dispuestos a aliarse con la izquierda más violenta… un muestrario de iniquidades de las que tampoco escapan las demás fuerzas políticas digamos que formales, estén o no representadas en el hemiciclo de la Plaza Bolívar.

Y es sabido que la fortaleza de una democracia se sostiene en la inteligencia, la trayectoria, la probidad y el patriotismo de sus líderes políticos. Justo lo que en estos momentos se echa tanto en falta.

Fuente: Perú21.